Por Xochitl A. Martínez Hudson
Ya pronto estaremos en las aulas escolares con la emoción de vernos y estar juntos, con la agitación de iniciar un nuevo año escolar y poder disfrutar todos esos momentos que nos permiten crecer socialmente y emocionalmente.
Sabemos que siempre el comienzo de la escuela es emocionante, en algunos casos es estresante y otros aumenta el nivel de ansiedad en los niños.
¿Pero qué pasará después de la pandemia?
Hoy en día, los docentes y padres de familia se harán esta interrogativa.
Empezaremos con los niños, para muchos de ellos sería mucho miedo, preocupación de dejar a sus padres en casa, a sus mascotas que de una u otra forma les han ayudado a salir adelante, otros serían un alto a la discriminación y a la violencia en casa, para otros es dolor son pérdidas emocionales, ansiedad por dejar a mamá y a papá en casa, será una etapa desafiante para todos los implicados en la educación, será una gran transición en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Sabemos que con el paso del tiempo y con el uso de muchas estrategias, se irán desvaneciendo los comportamientos emocionales estos como siempre serán transitorios, donde se requiere la ayuda de todos los implicados como padres, maestros directivos psicólogos, etc.
¿Qué pasará con los padres? Habrá estrés, ansiedad ya que será volver a empezar con nuevas rutinas, organizar horarios, trabajar con reglas y límites; es restructurar nuevas actividades y nuevas habilidades en sus hijos.
Los maestros requieren de una nueva estructuración en el curricular, en los procesos de aprendizaje de los niños, en los planes de estudio, en el uso de nuevas estrategias, en las plataformas digitales; deberán estar más enfocados en lo socioemocional para que el niño pueda establecer sus propias necesidades, sabemos que uno de los retos que enfrenta el sector educativo primordialmente es la educación emocional como seres sociales y, esto es una nueva meta en la reincorporación de la escuela, después de la pandemia.
Se requiere mucha permanencia y cambio, es decir, permanecer para cambiar y cómo cambiar para permanecer, saber interactuar con la resiliencia.
Esto implica tener muy claro lo esencial de las personas, usando las mejores técnicas, formas, estrategias y medios para fomentar un sano equilibrio entre lo emocional y el proceso de aprendizaje.
Son muchos cambios que se necesitan realizar, pero que se pueden llevar a cabo, ya que tuvimos una gran experiencia en esta pandemia, nos permitió desarrollarnos digitalmente y nos obligó a aprender sobre las necesidades del cambio educativo en México.
Requerimos situar al alumno en el proceso socioemocional, ya que esto nos permitirá a los docentes posicionar a los niños a que sean los protagonistas en el proceso enseñanza aprendizaje y poder lograr que los aprendizajes sean más profundos y significativos.
Por supuesto, reconociendo la notabilidad de contar con un currículo flexible de acuerdo a las nuevas necesidades y con condiciones de cambio, de acuerdo al contexto del alumno y de la sociedad global.
Recordemos que lo más importante hoy en día es que los alumnos tengan un pensamiento crítico, que sepan solucionar problemas de una manera pacífica y teniendo una mejor comunicación entre ellos, es decir, teniendo una comunicación efectiva con base al respeto, igualdad y equidad. Otro de los aspectos es la colaboración efectiva, el saber respetar y ser responsables ante cualquier situación, además es aprender-aprender, a ser autónomos, el proceso que los niños estarán aprendiendo con los cambios de estrategias en sus diversas etapas, el cual tendrán una relevancia en la conciencia global y compromiso social siendo emprendedores y líderes de acción positiva, ser proactivos; que tengan un comportamiento organizacional y que sean capaces de auto liderarse al borde de lo que sucede a su alrededor, evitando reaccionar ante lo inesperado de una manera violenta, debe estar siempre orientado al cambio en diversas situaciones, y por ultimo tener la capacidad de resiliencia para desarrollar y superar adversidades—que se les presenten en la vida diaria—las cuales permitirán desarrollarse con mucha facilidad teniendo conductas positivas ante el estrés o algún conflicto.
Lo antes mencionado nos llevará tiempo para tener una transformación en la educación, y también no será un trabajo fácil, recordando que no se trata de cambiar al mundo de un día a otro, sino de transformarla; hacer la educación más funcional, usando diferentes herramientas, además de contar con ambientes de aprendizaje diversificados, en los colegios o en los procesos, ya que esto permitirá tener más posibilidades para que cada alumno tenga nuevas plataformas, de abrir nuevas brechas dentro de la educación, interactuando con el contexto actual después de la pandemia.
Tomando en cuenta que este cambio es un trabajo sistemático, donde todos tenemos que participar, tomando como partida un espacio que permita generar logros auténticos en el desarrollo neuro-didáctico—dentro de la enseñanza-aprendizaje—no dejando atrás nuevos modelos de estudio, habilidades y estrategias que ayuden a la sociedad a adaptarse a una forma de aprender de acuerdo a la misión y visión de cada institución generando un espacio de vida diferente a la veníamos trabajando .
