En ocasiones nos encontramos con la realidad de nuestros hijos, y nos cuesta trabajo creer que uno como padre influye en la actitud de ellos, ¿qué hacer o que solución dar?
Dejarnos ir por los impulsos no es bueno ya que eso no es educar sino maltratar; es saber
valorar todo lo que está alrededor de ellos, comprender por qué actúan de esa manera ,
es reconocernos como padres si hemos hecho las cosas bien o mal, saber, guiar y facilitar a ellos una forma esencial y básica para comunicarse con sus compañeros;
hasta con, los que debemos trabajar por la tranquilidad de nuestros hijos. Hacerles saber a nuestros hijos que hay una razón de vivir y esa razón son ellos mismos que requieren hacer proyectos de vida hacerles entender que valen mucho y que al amarse a si mismo es aprender y desarrollar nuevas actitudes , es saber respetar a los demás ya que cada uno de nosotros es un mundo diferente con cualidades y defectos pero con un Don que nos da la vida.
Que alegría seria saber que desde pequeños podemos comprender la dicha de cada uno de ellos. Aprendamos y enseñemos a nuestros hijos a respetar, a valorar todo lo que está a nuestro alrededor, a aprender a ponerse los zapatos de otros y de esa manera sabrán como respetar a los demás.
Porque permitir que nuestros hijos sufran de algo que nosotros no sabemos controlar,
rindiéndose ante la dificultad de la vida, ante los problemas que cotidianamente nos
asechan porque no enseñarles a nuestros hijos que con el simple hecho de que existan es
vivir y saber convivir.
Mi reflexión como docente y psicóloga es enseñarle a los niños los valores, la paz, el amor, la sinceridad, la honestidad el respeto principalmente, y no querer que la gente sea como ellos quieren que sean, sino el respetar y aprender hacerse a un lado cuando esto no convenga, por qué maltratar a nuestros hijos, enseñarles a vivir con sus defectos y virtudes, no afectarlos emocionalmente.
Se oye como un sueño, pero por qué no hacerlo realidad, por qué enfrascarnos de lo que
dice la demás gente y no ser cauteloso de lo que nosotros decimos.
Aprendamos a reflexionar, aprendamos a vernos en el reflejo de nuestros hijos.
Aprendamos a querernos nosotros mismos a no ser indiferentes con los demás,
aprendamos a enderezar las riendas.
Aprendamos a escuchar que es lo que más necesitamos aprender, aprendamos a oír lo
que la gente habla de nosotros, para reflexionar si es que necesitamos nosotros cambiar o
hacer cambios, el ver que si algo nos molesta es que en alguien me reflejo.
El enseñarles a nuestros hijos que hay pensamientos, que en ocasiones les van a producir
ansiedad, enojo, tensión y que depende de que cada uno de nosotros podamos desecharlo o creerlo ya que tenemos la oportunidad de elegir el bien o el mal. Y no culpar a los demás que no tenemos felicidad recordemos que nosotros somos los creadores de nuestra mente.
Recordemos la frase: “Nadie te puede hacer daño si tu no le das permiso” y eso es
cierto hoy en día. Los jóvenes dan permiso muy fácilmente por la necesidad de ser amado, por la necesidad de ser reconocido , cuando uno podría no tenerla si estuviera bien preparado. Porque tener miedo a ser libre, a tener paz, a quererse ¿sabes porque el
miedo?, por qué no estamos seguros de lo que somos y de lo que queremos ya que
influyen terceros en nuestras vidas manipulando nuestras vidas y viviendo sin autoestima.
Preparemos a nuestros hijos a vivir felices, con alegría y paz, enseñemos a amarse a si
mismos, a darse su lugar, a discernir lo bueno de lo malo y a respetar todo lo que hay en su alrededor.
Enseñemos a nuestros hijos el amor de uno mismo, el tener dignidad, el saber valorarse y saber que hay dentro de nosotros mismos; reflexionar y analizar para aprender
a vivir en paz. Hagamos esto por nuestros hijos y enseñemos en ellos que solo no están; que un ser huamano vive dentro de nosotros mismos y que ese ser son ellos mismos.
Vamos a enseñar que tienen una identidad, un nombre, que han venido a este mundo a tener una gran misión y esa misión es vivir y creer en ellos mismos, dejando huella y ver la vida como un sueño.
El propósito de nuestra vida es ser feliz en el ser, el saber hacer, en saber convivir y el
saber respetarse a uno mismo.
Y que los problemas son grandes lecciones, y el aprender de ellas hace a uno más fuerte
con grandes capacidades, aprendamos de ellas, y hacernos responsables de los resultados.
Enseñemos a nuestros hijos amarse y a respetarse para que ellos aprendan a respetar y
amar.
Aprendamos de este cuento.
EL CUENTO DE LA FRESA
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid.
Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble.
Entonces encontró una planta, una Fresa, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
—¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
—No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije:
–Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda.–
Seamos la fresa de nuestra vida.